Risitos de oro tenia dos ositos, uno grande y uno pequeño, que en realidad eran de la misma medida, solo que uno era más tranquilo, por eso más sabio, el otro era terco, impulsivo y simpático, pero sólo cuando todos lo miraban.
A su vez el osito A era hermano de risitos, pero ellos no lo sabían, era un invento de una madre común que ninguno de los dos conocía.
A tenia un mundo muy amplio en sus viajes habia conocido una ballena, un ángel renunciado y un monton de hormigas que veía en sus vacaciones. Siempre discutía y arreglaba mundos paralelos con cada uno. Tambien tenía una prima oso en acapulco.
B consumía cantidades de miel para mantenerse tranquilo, era un osito viajado, aunque no tanto como A. Recogía flores para Risitos, flores que ella nunca aceptaba porque era alérgica a los tulipanes de época, además porque estaba perdidamente enamorada de un pirata de vestido rosa que había conocido unos pocos dias en la vieja escuela.
Los dias se sucedieron como un viaje. Una vez el osito llorón, B, arruinó la fiesta, otra vez lo que tenia A era lo que el quería, ilusionado porque la miel y las flores no eran suficiente.
Pero, como siempre las historias se las lleva el viento, sólo duran sobre el peso de una piedra, y en este caso no hay piedras, por lo tanto sólo se recuerdan los finales.
El osito B partió al oriente en busca de algo que el cree que no tiene. A permaneció un tiempo más con sus amigos, el ángel, las hormigas y la prima de acapulco, una osita muy dulce.
Risitos volvió a casa, como corresponde, lejos de los locos del viento y más cerca de las piedras, a la cual beso al llegar, a pesar de no estar segura de dar la espalda al viento.
Mientras tanto, B mira U2 por la MTV. Todavía no hay un final para el y se pregunta que será de su vida y la de sus amigos
Evaristo Carriego
Copenhagen, Mayo 1997.
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