miércoles, enero 11, 2006
Un cuento de viejo de algún verano
Tres osos, una ameba y 5 latinos se presentaban esta noche en el local de Andrés, viejo explotador de nuevas estrellas.
Antes de una nueva salida estaban tensos, arremolinados, llorosos e impacientes. Siempre mezclados por el gusto por lo nuevo y el desafío de las audiencias extrañas.
Pocas veces se habían enfrentado a las estrellas de mar, pocas veces ante seres sin oído que solo vibraban con las emociones puras y simples. Esta nueva audiencia era el estado bruto, y ellos lo sabían, y ellos padecían su angustia, que siempre parecía terminal. Aunque eso les daba inmenso placer.
Aunque el placer era el de alivio cuando las luces se incendian y ellos podían volver a hacer, lo suyo o lo de los otros, para volver una vez más a dar.
Esa noche el telón corríó, las luces brillaron y la banda nuevamente volvió a vibrar, vibró la audiencia y los pinos del bosque, la arena de la playa se elevó en su levedad.
Una vez más corríó el batir de la sangre y esa vieja adrenalina que fluía febrilmente confirmó que ellos, que ese extraño combo musical, que ese marasmo de pasión y rojo eran el color adecuado, y destacado sobre el fondo del pinar.
Antes de una nueva salida estaban tensos, arremolinados, llorosos e impacientes. Siempre mezclados por el gusto por lo nuevo y el desafío de las audiencias extrañas.
Pocas veces se habían enfrentado a las estrellas de mar, pocas veces ante seres sin oído que solo vibraban con las emociones puras y simples. Esta nueva audiencia era el estado bruto, y ellos lo sabían, y ellos padecían su angustia, que siempre parecía terminal. Aunque eso les daba inmenso placer.
Aunque el placer era el de alivio cuando las luces se incendian y ellos podían volver a hacer, lo suyo o lo de los otros, para volver una vez más a dar.
Esa noche el telón corríó, las luces brillaron y la banda nuevamente volvió a vibrar, vibró la audiencia y los pinos del bosque, la arena de la playa se elevó en su levedad.
Una vez más corríó el batir de la sangre y esa vieja adrenalina que fluía febrilmente confirmó que ellos, que ese extraño combo musical, que ese marasmo de pasión y rojo eran el color adecuado, y destacado sobre el fondo del pinar.
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